quinta-feira, 6 de janeiro de 2011

Transformar la economía desde el feminismo

(Texto extraído do panfleto "Mujeres construyendo alternativas para otra Integración" da Marcha Mundial das Mulheres e Remte)

La economía resulta predominante en un modelo que coloca al mercado como el principio organizador de La sociedad, que controla y direcciona todos los procesos. El cuestionamiento a las políticas económicas desde el feminismo ES fundamental para intervenir en esa disputa y apuntar para una visión de cambio integral.

Para nosotras, la economía incluye la experiencia cotidiana de reproducción de la vida. No es una relación de cosas y números, sino una relación entre personas, que vivimos y trabajamos dentro y fuera de los hogares.

La producción capitalista depende de los procesos de reproducción y sostenibilidad de la vida humana. Esos procesos involucran la reproducción misma de La fuerza de trabajo, el equilibrio emocional de las personas, y son realizados por lãs mujeres en el ambiente doméstico. El capitalismo ha puesto el cuidado de la vida humana, a través del trabajo reproductivo, como responsabilidad individual de lãs mujeres dentro de la familia. De esa forma, las empresas, el Estado y los hombres no asumen esas tareas, las cuales quedan naturalizadas como parte del destino de lãs mujeres.

La división sexual del trabajo es la base material de la opresión de las mujeres, genera mecanismos de separación y jerarquia de la producción y la reproducción, así como de explotación diferenciada en el mercado laboral.

Bajo el neoliberalismo hubo un incremento de la oferta laboral de las mujeres, pero em condiciones de creciente desempleo, y com un deterioro en la calidad del empleo, resultado de la desregulación, la fl exibilidad y la precarización.

Las cadenas globales de producción se estructuran a partir de la combinación entre la división sexual e internacional Del trabajo. Se asigna al Sur global La producción que consume y destruye más los bienes naturales. Las mujeres estamos concentradas en algunas ramas de los agronegocios, como la producción de frutas en Chile, espárragos en Perú, fl ores en Colombia, castañas en Bolivia. En La industria, en las maquilas de México, Centroamérica, El Caribe y otros países.

El modelo ha incrementado La mercantilización de la vida de las mujeres, en particular en aquellas ramas donde se generan divisas. Así, vemos el incremento del turismo sexual en el Sur, la migración y el tráfi co de mujeres hacia el Norte, vinculado tanto con el empleo doméstico como con la prostitución y la industria Del entretenimiento. Las remesas así producidas constituyen una de lãs principales fuentes de ingreso de divisas, tan importante para la generación de superávit y el pago de la deuda.

La privatización de los servicios básicos limita el acceso a lo que para nosotras son derechos: agua, electricidad, salud, educación. Con ello se sobrecarga a lãs mujeres con el trabajo de cuidado, pues esa responsabilidad no es compartida a cabalidad ni por los hombres ni por el Estado. Si bien es creciente el negocio de tecnologías domésticas, con productos que pueden facilitar la realización de ese trabajo, el acceso está condicionado por La capacidad de compra. Con más o menos tecnología doméstica al alcance, La responsabilidad de las mujeres en las tareas de reproducción sigue siendo central, determina el uso de nuestro tiempo, opciones y subjetividad.

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